Ser negro no se trata del color de tu piel, la textura de tu cabello o las formas de algunas partes de tu cuerpo... no tiene que ver con tu apellido o el lugar donde nacistes, te criastes o vives... tampoco tiene que ver exclusivamente con tus creencias religiosas o ideologías políticas, no tiene que ver con la ropa que usas, la música que escuchas o con los condimentos con los que preparas tus comidas...
Sentirse negro es mucha más que todo eso...
Es tener la sensatez de levantarte y sentir orgullo de que por tus venas corra la sangre de hombres y mujeres que fueron arrancados de sus tierras de las formas más humillantes. Hombres y mujeres traídos a tierras lejanas y desconocidas padeciendo y sobre viviendo a los tratos más inhumanos al tiempo que contribuían a la creación de nuestra Patria y de la Identidad Cultural que de tanto orgullo nos llenan...
Enorme contribución hecha, a pesar de la desnudez de sus cuerpos, con lo único que no pudieron arrebatarles: Su Inteligencia y Voluntad... Su Incansable Espíritu de Lucha...
Es sentir orgullo por el sudor y la sangre derramada para la construcción de un ferrocarril y un canal que más que blanco... es negro por derecho propio...
Es identificarte con un camino recorrido, batallas ganadas y luchas aún por ganar. Es disfrutar del producto moldeado a través de los años y que atraviesa todos los aspectos de nuestras vidas.
Después de tantos siglos transcurridos luego de la llegada de los primeros hombres y mujeres de etnia negra a nuestra amada tierra, ¿habrá entre nosotros quién no tenga en su cuerpo aunque sea una mínima parte de estos genes?