Pesé, el pequeño valle que una vez fuera la cabecera de la provincia de Herrera, se caracteriza por la alegría de su gente, quizás más que por ningún otro motivo.
Las fiestas en honor al Santo Patrono San José, quien le da el nombre a la Iglesia del Pueblo, se encuentran caracterizadas por la celebración del Festival de La Caña de Azúcar, aún cuando en la actualidad se ha separado la fiesta popular de la religiosa.
EL BARCO Y EL CASTILLO, UNA TRADICIÓN MUY PARTICULAR
La historia de la representación del Barco y El Castillo inicia en este pueblo por los años 1860, cuando Pesé era la capital de toda la Península de Azuero. Tras algunos años de representaciones, esta tradición fue cayendo en desuso hasta ser casi olvidada. A finales del mismo siglo vuelve a resurgir la representación para las fiestas del carnaval.
Don Leonidas Arjona Q., era quien corría casi en su totalidad con los gastos de la representación. Posterior a su muerte en 1911 la representación dejó de llevarse a cabo hasta casi 1930 cuando el Dr. Bolívar Márquez en las añoranzas del ayer de su pueblo, volvió a organizar la dramatización del Barco y El Castillo.
Otra vez cae en el olvido tras algunas representaciones, pero el 17 de mayo de 1947 surge en el pueblo de Pesé el organismo motor que se encargará de la realización del reinado en ocasión de el Festival de La Caña de Azúcar en las fiestas Patronales de San José y es precisamente para este evento para el cual se representa de forma única la alegoría del Barco y El Castillo.
Actualmente en la tarima principal del Festival de La Caña de Azúcar se levanta majestuoso y artístico un castillo construido principalmente con madera, clavos y material extraído de la caña de azúcar. En la parte más alta del castillo aparecen vistosamente ataviados el rey y la reina como regentes absolutos de la fortaleza; en la parte inferior, el general y algunos soldados custodios del palacio.
Súbitamente se acerca por una de las calles a un costado del castillo, el Barco cargado de piratas, de los cuales, su capitán entra en escena recitando airosamente la famosa “Canción del Pirata” de José de Espronceda. Representación de dos noches consecutivas, en la primera el Castillo resiste valientemente el ataque pirata y el Barco se retira no sin antes manifestar sus intenciones de regresar.
En la segunda noche del encuentro, reaparece el Barco cargado de piratas y se entabla nuevamente la batalla, ésta vez saliendo victorioso el barco pirata y raptando a la reina de su castillo.
Los diferentes barrios del pueblo se integran activamente a las celebraciones organizándose con meses de anticipación para confeccionar los arreglos que adornarán una carreta; los adornos, hechos en su mayoría y como requisito indispensable con productos de la caña de azúcar, utilizan desde los tallos, hojas, bagazo, virulí transformando cada uno de estos en verdaderas obras creativas que ensambladas conformaran el adorno final de cada una de las carretas.
Obedeciendo al deseo popular de innovar cada año y superar a los otros barrios, el diseño de éstas carretas ha ido evolucionando desde ser esas carretas sencillas y de pocos adornos de los primeros años, hasta las actuales que ostentan estructuras de cofres cargados de joyas de polleras, estructuras que semejan casas de quincha, portales, edificios como las ruinas de Panamá La Vieja, tambores, gallos, moliendas, diablicos sucios por mencionar sólo algunas de las que me vienen a la memoria y que causaron gracias a la maestría y habilidad de sus constructores, el asombro y admiración de propios y extraños que presenciaban el paso de las carretas.
Para cada barrio, la organización de los detalles para el día del desfile (día domingo) inician el día antes y en algunos casos, inclusive desde el día viernes, cuando los vecinos, familiares, amigos y simpatizantes de la soberana se dan a la tarea, día y noche, de la confección de la carreta.
En las tardes y noches, durante los días de fiesta, los pobladores y visitantes acuden a bailes de música típica popular, cantaderas y discotecas que se ubican en distintos lugares del pueblo; fiestas de toro, ventas de comida, diversiones populares son otras de las actividades diarias que devuelven al pueblo de Pesé un inusitado esplendor, al menos en los días de fiesta.
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