miércoles, 23 de septiembre de 2009

El Carácter Mágico - Espiritual de las Máscaras


La máscara representa una personalidad humana al ser hecha por el hombre, su uso sugiere que el practicante se encuentra en comunicación directa con el principio oculto que deja de ser un fetiche para convertirse en un ser que es productor del mejor bien.

Situada en el corazón de lo llamado animismo, posee tanto una significación mística como poder operante. De tal suerte que las máscaras ofrecen un aspecto fantástico (aunque sólo sea en su elaboración) que pocas veces se observa en las danzas que no la emplean.

Es un falso rostro que se coloca sobre la cara del ejecutante y que puede igualmente consistir en una vestidura de fibras de paja bajo la cual desaparece por completo el portador.
Algunas máscaras pueden recordar las formas de animales, puesto que se abriga la concepción de que los animales poseen mayor oportunidad de lograr un poder sobrenatural tal como los sugieren en muchas culturas esa dualidad y estrecha relación humano-animal que de por sí dota de misticismo y espiritualidad al objeto.


En diversas culturas, la máscara se hace presente como un objeto sagrado con diversos estilos y concepciones estéticas cumpliendo una misión dentro de usos rituales y aquellos que podríamos llamar cosmovisiones religiosas.

Las hay hechas de piedra, arcilla, repujadas en oro, fundidas en diversas aleaciones, así como algunas confeccionadas en materiales blandos.

Son una manifestación efectiva y sagrada de la naturaleza de los dioses, traída al plano terrenal como la encarnación viviente de los temores, anhelos y creencias arraigadas en los más profundos parajes del corazón del hombre y están marcadas por la rica variedad y singular percepción del artesano.

Su representación en figuras animales permiten al portador de la máscara una comunicación directa con el principio supremo divino, despojándole de estados de conciencia regulares para pasar a ser, sentir y ver desde la perspectiva de la divinidad representada, mezclando su esencia con la fuerza, vitalidad y cualidades del animal escogido.

Tal que manifiesta Álvaro Chávez Mendoza en su escrito sobre el teatro ceremonial de la máscara mítica publicado en la revista Caminos de Maíz en conmemoración del Centenario de la República de Panamá; la máscara adquiere poderes mágicos al considerarse que la misma es la residencia y sede del espíritu o esencia tanto de fenómenos naturales como de principios animales; sin embargo, socialmente, a las máscaras se les atribuyen poderes a partir del hecho de haber sido consagradas a través de un ritual, gesto, canto o sencillamente su presentación en un templo o recinto de carácter sagrado aunque este sea un claro en medio de la espesura de la selva.

No se revela el espíritu-esencia que habita en la máscara ni al artesano, ni al adivino, ni siquiera al círculo social en dónde se encuentra, los poderes mágicos únicamente se revelan a quien orgullosamente es su portador.

En todo caso, su fin último vendrá a depender de las creencias culturales en donde ha sido creada indistintamente sean estos fines para asegurar una buena cacería, ahuyentar pestes, malos espíritus, adversarios o para atraer y asegurar fortuna y prosperidad, siempre mantendrán la estrecha relación de dirigirse a una divinidad superior reforzando el ciclo mítico hombre-deidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario